DETRÁS DE LA ELEGANCIA

Gloria Ginnes por Cecil Beaton para Harper's Bazaar

Gloria Ginnes por Cecil Beaton para Harper’s Bazaar

Estoy convencida, la elegancia tiene mucho que ver con hacer que las cosas difíciles parezcan fáciles. Ya sea a costa de horas de ensayo, de entrenamiento, de observación, de lectura o del método que a cada persona le vaya bien, lo importante es que nada parezca aprendido o estudiado.

Exponer el trabajo que hay detrás de un resultado perfecto te quita toda la magia, te convierte en otra persona más, incluso en una persona obsesiva, y es lo peor que te puede pasar porque la gente admira a quien que no conoce, cuando saben de tus fortalezas y debilidades, de tus miserias y virtudes, te quieren o no, les gustas o no, pero dejas de fascinarles.

Por más que busque, poca gente me parece tan elegante bailando como Fred Astaire o cantando como Frank Sinatra y el secreto, claro está, es que parece que los movimientos de uno o la voz del otro salen de sus cuerpos sin esfuerzo. Seguramente existen horas de trabajo detrás, pero nadie nos las ha contado ni queremos saberlas.

A Michael Jackson le ocurría lo mismo con su manera de bailar, destacaba entre otros bailarines profesionales porque parecía que la danza le salía de dentro y no como puede ocurrir en las coreografías claramente aprendidas, que sale de fuera. Sus dolorosos esfuerzos eran tratados con sustancias peligrosas, eso ya lo sabemos pero nos hubiera gustado seguir en la ignorancia.

Cuando se habla de elegancia de mujeres me viene a la cabeza Gloria Guinness, una mexicana de intensa vida social, proclamada en varias ocasiones como la mujer más elegante del mundo en las décadas de los cincuenta y sesenta.

Gloria Guinness in Djellaba

Gloria Guinness fotografiada por Cecil Beaton para Vogue

Cuatro veces esposa, madre, socialité, musa de fotógrafos, amiga de Winston Churchill, Octavio Paz y Truman Capote

dolores ginnes con thruman capote

Gloria Guinness junto a Truman Capote

Alta, guapa, con buen ojo para la ropa, vestía de Dior, Saint Laurent, Valentino, Givenchy o Balenciaga y, aunque entonces no se sabía y por eso se la admiraba, tan obsesionada con estar delgada que murió de inanición a los 68 años.

No se si les mereció la pena, la pena de quienes les admiraban.

Sincerely. Adela Leonsegui*



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