60 PÁGINAS DE OPORTUNIDADES

Nunca he preguntado a otras personas si les pasa lo mismo pero para mi es una mezcla entre ilusión y drama empezar un nuevo libro.

Explicaré esto mejor. Terminar un libro que me ha fascinado suele convertirse en una agonía que puedo alargar casi indefinidamente, pero cuando hay otro esperando a la cola la expectativa de encontrarme con otra historia bien escrita y que me enganche igualmente puede más que la pena negra del abandono. Mi sensación es que abandono a personas y no a personajes, a familias enteras con historias que empiezan antes del libro y que seguirán después de que yo les haya olvidado.

El problema llega cuando empiezo a conocer a los nuevos. Cuando conseguí hacerme con los Lambert de Las Correcciones de Jonathan Franzen aparecen los Mulvaney de Joyce Carol Oates, dos ejemplos de familias que al principio no me caían bien. Alguien me dijo que le diera 60 páginas de oportunidad a un libro, aunque yo soy más benevolente y le dejo un margen más amplio, así que voy pasando las páginas y siempre vuelve a ocurrir lo mismo, que les cojo el punto. Pero no siempre es así, algunos protagonistas me han resultado antipáticos desde el principio hasta el final y en otras ocasiones hay personajes como Ana Karenina e incluso familias enteras como los Buendía que han conseguido atraparme a la primera.

Todas estas son las mismas sensaciones que me provocan los cambios en la dirección creativa de las casas de moda. Ha pasado en los últimos años con muchas firmas y, como con los libros, pocos han sido los directores creativos que me han entusiasmado a la primera o que al menos me hayan creado una expectativa con su primer desfile. El último nombre, que se haya estrenado, es Alessandro Michele para Gucci. Aunque para gran parte de la crítica era más estilista que diseñadora a mi me gustaba Frida, aunque sus colecciones empezaran a ser demasiado previsibles, pero resulta que Michele ha conseguido que también me entusiasme la nueva era Gucci.

Sincerely. Adela Leonsegui*

 

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