DOLCE & GABBANA. EL DESFILE DE UN CUENTO DE PRINCESAS

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– ¿Qué era eso tan urgente?

– ¡Lo tengo, quiero hacer una colección de cuento!

-¿Cómo de cuento? ¡Nosotros siempre hacemos colecciones de cuento!

– No, esta vez digo de cuento de verdad. Con todos los ingredientes de un cuento. Ya me entiendes…

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CON GOLPES DE PECHO

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LA FIEBRE DEL ORO

Dolce & Gabbana. Alta Costura primavera/verano 2013

Dolce & Gabbana. Alta Costura primavera/verano 2013

Nos suena tan cercano que no parece un acontecimiento histórico: En la primera década del siglo XIX, debido a una serie de recesiones, quiebras bancarias, el amplísimo desempleo y la gran crisis financiera, muchos estadounidenses emigraron, huyeron en estampida a probar suerte en las reservas auríferas de San Francisco, California. Profesionales de todo tipo renunciaban a sus carreras, se iban hacia el Oeste y aunque las posibilidades de encontrar oro eran escasas o nulas, se largaban a buscar un futuro que se les había puesto muy negro, iban a la aventura de la fiebre del oro.

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MÁS TAMBIÉN ES MÁS

Ya lo dije, frase terrible donde las haya, pero lo dije vía Twitter cuando Elena Anaya apareció: lo mejor de los Goya era el collar de águila de Lanvin.
El tiempo me ha dado la razón, el tiempo, las bloggers y las grandes cadenas de prêt-à-porter. Sabemos que los accesorios son parte importante del vestuario, en ocasiones incluso más que la indumentaria, facilitan el paso del día a la noche sin necesidad de cambiarnos de ropa y pueden convertir un look aburrido y sobrio en otro absolutamente soberbio.
Otra razón de ser de este boom joyero, o bisutero, es que su precio está más al alcance de la mano de cualquier bolsillo que la ropa de las mismas marcas. Esto mismo sucede con las gafas o los perfumes, sabemos que son el gran filón de las casas de moda, así que ¿por qué no abrir un nuevo frente?, una ventana más por la que colar a nuevos compradores que no gastarán una fortuna en trapos, pero que se pueden permitir un capricho que no saqueará sus ya resentidos bolsillos.

Los vimos en las pasarelas y los usaremos este invierno. Aunque el tamaño que manda sea XL, los hay para todos los gustos:

 sobrios en Yves Saint Laurent

Yves Saint Laurent o/i 2012-2013

y Givenchy

Givenchy o/i 2012-2013

en Lanvin, surrealistas,

Lanvin o/i 2012-2013

barrocos

Lanvin o/i 2012-2013

Lanvin o/i 2012-2013

y encadenados

Lanvin o/i 2012-2013

Lanvin o/i 2012-2013

Y no, no pasarán sin pena ni gloria, en verano más, grandes, enormes, colosales, sencillos y complejos, en diferentes materiales

perlas en Chanel

Chanel p/v 2013

Chanel p/v 2013

Chanel p/v 2013

metal en Givenchy

Givenchy p/v 2013

piedras en Giambattista Valli

Giambattista Valli p/v 2013

flecos en Nina Ricci

Nina Ricci p/v 2013

y en Versace

Versace p/v 2013

Versace p/v 2013

color, mucho color, en Dolce & Gabbana

Dolce & Gabbana p/v 2013

y exceso en Gucci

Gucci p/v 2013

Gucci p/v 2013

El deseo de más y más será el lema de los meses venideros, llevémosle la contraria a la sobriedad y a la escasez, este año queremos joyones, auténticos o falsos pero joyones.

Sincerely. Adela Leonsegui*


SILENCIO, ES DOLCE & GABBANA

Confieso que durante mucho tiempo me avergonzaba el silencio, no sólo el mío, también el de los demás. No llegaba a entender el motivo y por esa razón me apuraba. Pensaba que callaba quien no tenía nada que decir, quien no tenía opinión, quien no discurría o bien quien no tenía interés.

He escuchado con frecuencia eso de que uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras, que me parece muy acertado pero también muy cómodo: quien no habla no yerra. Pero con el tiempo he empezado a valorar este razonamiento pues me he dado cuenta, de un lado, de que no todos los pareceres son juiciosos y de otro, que la prudencia es una excelente invitada en diálogos, discusiones, conversaciones y debates.

Al enfrentarnos a las colecciones de temporada, siempre con seis meses de antelación a la fecha en que utilizaremos la ropa de los desfiles, podemos tener diferentes reacciones que van desde el ¡me encanta! al ¡ni loca!. Luego, cuando la ropa llega a las revistas, interpretadas por estilistas, los «ni loca» se suelen convertir en «me encanta» y, a veces ocurre también lo contrario, aborrecemos aquello que en principio nos pareció soberbio.

Ya no me avergüenza el silencio, llevo con orgullo el mío y agradezco el de los demás, aunque sólo pueda mantenerme callada el tiempo que tarda en salir una colección a la calle: ¡Hurra por el barroco y por las zarinas rusas de Dolce & Gabbana!.

Sincerely. Adela Leonsegui*