LEE MILLER: OBJETO Y SUJETO
Publicado: miércoles 8, mayo 2013 Archivado en: home, mujeres | Tags: Lee Miller, Man Ray 2 comentariosLee Miller se enfrentó a la vida como una mujer neoyorkina guapa en los años veinte, en los treinta, en los cuarenta y seguro que más allá. El objetivo de las cámaras la acompañó durante gran parte de su vida, al principio como objeto, primero de su padre, para quien de muy jóven posaba desnuda, y después para la revista Vogue, tras ser descubierta por Conde Nast.
Una modelo más que en 1928 posaba para Edward Steichen, la segunda por la derecha, pero con una cabeza diferente que la llevó a Paris, al estudio de Man Ray. Llegó como simple discípula y se convirtió en musa, ayudante, amante y en una de las grandes fotógrafas del siglo XX.
Ella, mujer liberada, posó en multitud de ocasiones desnuda ante el objetivo del genio y aunque fotografió por él y descubrió métodos de revelado novedosos como la solarización, dejó que fuera siempre él quien se llevara los honores.
Son años en los que se acerca al movimiento surrealista: a Cocteau con quien actuó como estatua que cobra vida en la película «La sangre de un poeta» y a Picasso, que la pintó y con quien probablemente se acostó en más de una ocasión, gente liberada que se quería pero no se amaba. Vuelve a Nueva York tras finalizar su relación con Man Ray, se casa con el comerciante árabe Aziz Eloui Bey con quien se traslada a Egipto para volver de nuevo a París al estallar la II Guerra Mundial.
Durante varios años trabaja como corresponsal para Vogue fotografiando el horror de la guerra y el de los supervivientes, la primera mujer que realiza este tipo de trabajo. Es histórico el cable que envió a la redacción de la revista tras descubrir los campos de concentración de Buchenwald y Dachau: «os imploro que creáis que esto es cierto».
Después de morir Adolf Hitler entró en su casa de Munich con el fotógrafo David Scherman, de la revista Live, se metió en la bañera del dictador y se fotografió desnuda. Una mínima burla, una revancha simbólica.
Luego siguió trabajando un par de años para Vogue pero prefirió retirarse de las cámaras, de delante y detrás de ellas. Tras su muerte, solo el descubrimiento por su hijo de una caja con cientos de fotografías y miles de negativos la devolvió al mundo a través de una exposición, un mundo al que ella dió algo como objeto y sujeto de la lente y que no ha sabido bien cómo agradecérselo.
Sincerely. Adela Leonsegui*
Tienes buen gusto hasta para hablar de feminismo. Entre Lee Miller, Nancy Cunard, Amelia Earthart….y los manuales de lenguaje no sexista de hoy día, adivina con cuál me quedo.
Y otra neoyorkina de la época, homenajeada por Prince, Dorothy Parker:
Lo imagino. Y vendrán otras y tantas que no aparecerán aquí pero de las que he mamado este feminismo.
Gracias Javi por tu aportación, siempre sumando.