FAN, FAN, FUN

Confieso que soy fan de Tom Ford con todo lo que eso implica.

Bueno, matizaré. De un fan se esperan gritos, lloros, posters y un punto importante de irracionalidad, porque fan, fan de verdad, es un tipo especial de seguidor devoto e incondicional, un admirador sin límites, restricciones ni requisitos y solamente en este punto de sinrazón es donde ubico mi fanatismo, sin otras manifestaciones histéricas.

Tom Ford ha vuelto a los circuitos de la moda desfilando en la pasarela de Londres con una colección para el próximo otoño/invierno. Hasta ahora, desde su salida de Gucci y la creación de su propia marca, sus colecciones se habían presentado bien en un desfile privado ante un reducido grupo de exclusivos clientes con exclusivas modelos, bien a través de fotografías, por eso su vuelta ha creado tantas expectativas.

La colección, con el sello de lujo-sexy que caracteriza  a su ropa, es un paseo por el mundo, un viaje multicultural y multi-étnico, como él mismo la define, en la que aparecen estampados de cebra mezclados con trabajos artesanales en forma de zig-zag.

Y combina lo tribal con flores de oriente, con lentejuelas y éstas con encajes mediterráneos.

Y mezcla esos encajes con estampados de leopardo, figuras geométricas y flores que parecen sacadas de kimonos orientales

Y consigue que los kimonos en forma de abrigos de piel se transformen hasta proporciones cuasi-esquimales.

Y trae la imagen de los indios apaches en forma de flecos, a quienes confunde, vestidos de negro, con neoyorkinos en la fashion week, y por supuesto Nueva York está presente mediante la iconografía de su pop de los setenta estampada en bombers de lentejuelas y en vestidos con imágenes propias de los comics.

Ya lo dijo hace unos años: «I think all the fun’ s gone out of fashion», así que bienvenidas mezclas, estampados, brillos, exceso y, por supuesto, diversión.

Sincerely. Adela Leonsegui*

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